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9.- Por Luvina a rumbos del sur

“De los cerros altos del sur, el de Luvina es el más alto y el más pedregoso…” Hay frases de Juan Rulfo que quedaron consagradas, que se recuerdan como una fórmula literaria, santo y seña de la expresión del pueblo, genio y figura del paisaje al cual se refiere, definición de los colores de la tierra y del aire en rumbos de Jalisco.

Así es Luvina, una región de montañas, cumbres que se elevan al infinito y entre ellas, más arriba, más alta la cumbre de este cerro; su altura y sus laderas llenas de piedra blanca, piedras que lastiman el ventarrón que sube lamiendo las alturas.

Las voces de los grandes literatos de esta región, sensibilidad de estos pueblos tienen en su sangre la vocación artística, la música y la poesía, la pintura y la escultura, desde aquellos lejanos oficios misioneros que dejó en estas comunidades el celo misionero de un Juan de Padilla.

Pueblos que hilaron sus vidas con el paisaje y con la tradición, pueblos que saben cantar la tonada del bosque y del arroyo, pueblos donde el habla que intercambian las familias lleva un acento tierno, lleva sutilezas y picardías, y a veces el impulso vibrante de quien sabe proclamar sus valores y situarlos en el picacho más alto de los volcanes, elevación señera en la región, cerro alto, cumbre gallarda, como Luvina, un cerro alto entre los altos cerros del sur.

En el lenguaje familiar de los pueblos del sur se advierte el latido de aquellas vidas, se columbran lejanías infinitas donde los maizales se mueven con el vaivén de un oleaje, y se aspira la fragancia de resinas que embalsaman el aire de aquella geografía: Tamazula y Mazamitla, Tapalpa, hasta Mascota y más allá.

Con el nombre de los pueblos, las señales del paisaje, y con éste, el escenario donde transcurre el vivir callado de las comunidades que empiezan a hablar, que traen los vocablos que se les encendieron en la vida y les temblaron en la sangre, desde los tiempos de Ävalos, desde la consagración que alcanzaron las formas del decir sureño, en autores tan reconocidos como Guillermo Jiménez y Juan Rulfo.

El escenario para traer a él las “palabras, modismos y expresiones del Sur de Jalisco”, quiere adornarse con las luces descriptivas, de algunos párrafos de Guillermo Guzmán, alusivos a Zapotlán:

“Bellas flores adornaban los alrededores de Zapotlán: a la orilla de la laguna del pueblo, donde las garzas blancas, rosadas y morenas cruzan el azul hechas turbión de pétalos, nacen las flores del tule, lindas como lotos, imponderables luceros enclavados en el temblor de las ondas; en los vallados y en los pantanos revientan los lirios, que se copian con el sortilegio de las piedras preciosas, en las aguas muertas; Los potreros del llano, de ese llano ancho, solemne, rodeado de montañas, se cubren de girasoles y el “moco de guajolote” –flor silvestre-, extiende una alfombra azul-morada”.

Y luego una referencia histórica en aires de poesía:

“Raros, prodigiosos silencios del amor que, humano y divino,  exalta a los seres para realizar milagros. Así, en un gran silencio, veo a Fray Juan de Padilla, franciscano, que allá por el año de 1532 funda en las Provincias de Ävalos la primera capilla de mi pueblo. Fray Juan de Padilla ha de haber contemplado desde la montaña el valle espléndido. La atmósfera tremante de luz  envolvió, sin duda, en un halo su cuerpo enteco y sin peso. Sus manos sin sangre, pálidas de sufrimientos, han de haber señalado en santo ademán de alabanza las montañas de raso. Un perfume de beatitud emanaría de la pobreza del sayal, perfume que se difundió cual una bendición sobre las tierras gruesas, morenas, bañadas de lluvia; perfume sutil, vuelto gasa como la niebla que al amanecer brota de los ríos, que ha de haberse enredado en los zapotes y en los granados y en las clavellinas, subiendo como una plegaria  hasta los hielos de las cumbres…”

No se puede hablar del sur, de las gentes del sur, de las palabras del sur, de los paisajes del sur, sin el trasudor dulce-amargo de los tiempos de antes en estas tierras, sin traer siquiera un párrafo de Juan Rulfo, su intérprete por excelencia, éste otro canto al silencio en la naturaleza…

“Muy abajo el río corre mullendo sus aguas entre sabinos florecidos; meciendo su espesa corriente en silencio. Camina y da vueltas sobre sí mismo. Va y viene como una serpiente enroscada sobre la tierra verde. No hace ruido. Un podría dormir allí, junto a él, y alguien oiría la respiración de uno, pero no la del río. La yedra baja desde los altos sabinos y se hunde en el agua, junta sus manos y forma telarañas que el río no deshace.

Y un cuadro plástico en el gozo del amanecer:

“San Gabriel sale de la niebla húmedo de rocío. Las nubes de la noche durmieron sobre el pueblo buscando el calor de la gente. Ahora está por salir el sol y la niebla se levanta despacio, enrollando su sábana, dejando hebras blancas encima de los tejados. Un vapor gris, apenas visible, sube de los árboles y de la tierra mojada atraída por las nubes; pero se desvanece en seguida. Y detrás de él aparece el humo negro de las cocinas, oloroso a encino quemado, cubriendo el cielo de cenizas”.

Al amparo de los egregios varones que señorean la literatura del sur, hay que ir ya a la literatura, letra palabra, palabra pueblo, pueblo tradición, tradición grácil, con gracia y candor de inocencia.

Lo primero, el pleito reñido que los autores de “Palabras, modismos y expresiones del Sur de Jalisco” declaran contra los diccionarios en su contenido tieso, en su actitud autoritaria que nada     sabe, o nada quiere saber de ese torrente de vida que se estremece en la sangre del pueblo.El libro enunciado lleva dos ediciones, dignas y limpias. Para tener idea de su contenido y su importancia, vale mencionar sus apartados: Justificación del título, Ernesto Neaves Uribe; Manantial que no se agota, Luis Sandoval Godoy; Modismos y expresiones, Apéndice I, Frases de la literatura de Juan Rulfo; Apéndice II, Teatro y cuento por el profesor Neaves Uribe; Apéndice III, Verso y prosa del presbítero José Oceguera Méndez. El impulso, la recopilación de palabras de más de mil palabras que componen el libro, su interpretación y todo el desarrollo de la obra, estuvieron en manos de Federico Munguía Cárdenas y de Juan S. Vizcaíno.

En el criterio sostenido en esta publicación dando primacía de vida a las palabras que nacen del pueblo, frente a las palabras muertas que se consignan en los diccionarios, se dice a manera de prólogo:

        “De alguna manera podría decirse que los diccionarios, como recopilación o registro de palabras, son completamente inútiles.

        “Bien que fijen su significación, las raíces de donde proceden y todo eso que los estudiosos de una lengua tienen determinado en una serie de capítulos que llevan el sentido exacto de una palabra…

        “Donde los diccionarios pierden irremisiblemente sus funciones es cuando todos los idiomas entran en el mar revuelto, las arenas movedizas de regionalismos, neologismos, voces del pueblo.

        “Y es que ha de entenderse el lenguaje como instrumento de comunicación entre seres vivos; él mismo como entidad viva que surge con aliento incontenido, que nace, que se difunde, se extiende y luego también, como los seres vivos, llega a languidecer, a olvidarse, a morir.

          “Al hojear este libro, salen a los ojos palabras que ya conocíamos y nos causan una extraña emoción: es un acercamiento a las cosas nuestras, el gusto de sentir palpitar la sangre, sonar la música, rebullir los sentimientos que tiene nuestra gente en el alma y deja verter en sus modos de expresión…”

       Y para no decir más, venga la serie de palabras del Sur de Jalisco, eligiendo a discreción las que fueron consideradas más pintorescas, o mejor ajustadas al modo de hablar de las gentes de aquellos pueblos:

  •        Acuetado: Acohetado, liado, entumido; en referencia al mecate liado con brea, trincado al tubo de carrizo que constituye el cohete.
  •        Achacalado: Maltratado.
  •        Agorzomado: Dominado por alguna persona, emoción o estado de ánimo.
  •        Achihincle, Achichinque: Guardaespaldas, adulador, gente servil.
  •        Agigolón: Trabajo excesivo. Acto de agigolonear. Enfado, molestia, malestar.
  •        Agüilarse:  Agüitarse, caer en estado depresivo. “Juan está agüilado”.
  •        Aíscale: Así precisamente. “¿Así está bien, papá? ¡Aíscale, mijo!”
  •        Alacata: Alacate. Alacatl , voz náhuatl. Tubo de bule con el que se saca el aguamiel de los magueyes, chupándolo por uno de sus extremos.
  •        Amonarse: Sentarse.
  •        Ancheta: Baratija.
  •        Apalcuachar: Aplastar, golpear algo plano. Apachurrar. Apocar a otro con palabras.
  •        Apilincarse: Pararse en la punta de.los pies.
  •        Argente: Activo, comedido. “Pancho es muy argente, se acomide a todo”.
  •        Apastón: Aplícase a la persona de cara abultada y tosca.
  •        Araños: Hará años. “Araños que no te veía”.
  •        Arrejolarse: Encerrarse. Abandonarse. Retirarse del trato social. “¿Y tu guitarra? La tengo arrejolada en el cuarto de los tiliches”.
  •        Asobronar:  Encimar.
  •        Astriolas: Anteojos, antiparras.
  •        Atarragarse: Atrancarse, hartarse, comer demasiado.
  •        Atorcantarse: Afligirse, achicopalarse, atarantarse.
  •        Atrinchilar: Estrechar a personas o animales en sitio sin salida. Proteger el cuerpo en algo. Arrinconar trebejos.
  •        Balsa: Bule o calabaza seca y vacía que sirve de recipiente para depositar el aguamiel o el pulque.
  •        Berraco: Animal en celo. Atribuible a personas.
  •        Billoga: dinero.
  •        Birriondo: Mujeriego, que busca siempre la relación sexual.
  •        Bizvirindo: Vivaracho, nervioso, de mirada inquieta y penetrante.
  •        Bocarato: Persona habladora, presumida.
  •        Boruca: Murmullo de conversación inentendible.
  •        Bulichada: Acumulación de objetos.
  •        Cachicato: tiovivo, volantín primitivo de madera.
  •        Cachuco: Falso, malhecho, que carece de valor.
  •        Canchar: Canchar a alguien sobre la espalda. Canchir.
  •        Carajo: Atrevido, canijo. En los siglos XVIII y XIX era voz muy ofensiva.
  •        Conchinfleta: Despectivo para maquinaria o herramienta. “Se me descompuso esta conchinfleta”.
  •        Coquetas. Aretes de oro, con la parte inferior plana y en figura de media luna.
  •        Cuacha: Excremento fresco de res o gente.
  •        Cuachala: Potaje hecho con pechuga de pollo, originario de Tuxpan, Jalisco.
  •        Cuachalote: Desaseado, malhecho; descuidado en su manera de vestir o expresarse.
  •        Cuamil: Terreno de siembra en el cerro. Campo de coa. En el diccionario, huerta.
  •        Cúcaro: Cucaracho. Persona con cicatrices de viruelas en la cara.
  •        Cúchala: Expresión que se emplea para correr a una persona.
  •        Cúchila: cuchilear. Se usa para azuzar a los perros contra una persona o animal.
  •        Cuáracata: Voz purépecha. Planta de varas delgadas  con las que se hacen escobas.
  •        Culeco: Clueco. Se aplica al hombre que gusta de cuidar a su niño durante los primeros meses de vida.
  •        Chacamota: Acción de girar alrededor de un punto. Insecto.
  •        Chachalaquear: Hablar demasiado, sin orden y chillonamente.
  •        Chachamol: Nenúfar, planta acuática.
  •        Chachina: Grupo de niños.
  •        Chagüiste: Plaga en la agricultura, hongos. Cualquier calamidad acontecida a una persona, suele exclamarse: “Ma cayó el chagüistle”
  •        Chamagoso: Mugriento, astroso.
  •        Chapil: Manojo grande de hojas de maíz, semillas, etcétera.
  •        Chapurraco: Persona de baja estatura.
  •        Charruscado: Mal asado o quemado: “Los elotes estaban nomás charruscados”.
  •        Chereque: Débil, enclenque.
  •        Chicol: Instrumento para cortar fruta de los árboles. Tronco con tres puntas.
  •        Chiluca: Cabeza, cráneo. “Le acomodó la pedrada en la mera chiluca” “Se cayó de pura chiluca”.
  •        China: Capote de palma. Impermeable del campesino.
  •        Chincual: Obsesión, terquedad, anhelo fervoroso por algo. “Anda enchincualado con su nuevo hijo que viene en camino”.
  •        Chinguiñas: Lagañas. “”Siempre anda chinguiñoso”.
  •        Chipo: Ombligo.
  •        Chiporrón: Barrigón.
  •        Chiripeta: Bebida alcohólica.
  •        Chococuistle: cocuistle, queocuistle. Fruto de un maguey silvestre que, si se come crudo, escalda la boca.
  •        Chorro: Mucho, “Me gustas un chorro”. Cursera. “Le dio chorro”.
  •        Chuchulucos: Cosas de adorno poco valiosas. Las golosinas que se compran en el cine. El “domingo” que se da a los niños. Las propinas que se dan por algún servicio. “Para tus chuchulucos”.
  •        Chuparrín: Insecto parecido a la libélula, de cuerpo delgado y cuatro alas transparentes. Por extensión, ancianitos delgados.
  •        Despuchinado: Deshilachado.
  •        Ecuaro: Voz tarasca: sembradío cerril, coamil o desmonte.
  •        Embolismado: encobijado, arropado en demasía. “Encontré al enfermo todo embolismado, hasta la cabeza”.
  •        Emperindigar: Emperifollar o emperijilar. Dícese de la persona que se arregla o adorna con exceso. “En la fiesta, Juanita andaba toda empiringada”.
  •        Espamentero: Alharaquiento, exagerado. Corrupción de aspavientero.
  •        Espiritifláutico: Persona flaca, relamida, rebuscada.
  •        Gamarra: Instrumento de ixtle, como bozal, para sujetar a los burros. Se aplica también al esposo a quien domina su mujer.
  •        Gaznucho: Golpe dado en la cabeza o la nariz con el dedo cordial después de haberlo impulsado con el pulgar.
  •        Guachicol: Mezcla de bebidas embriagantes.
  •        Guarrapa: Especie de espada larga, ancha y delgada, bastante flexible.
  •        Güeleque: Llorón.
  •        Güilanche:  Huilanche. Voz michoacana que se aplica al metate sin patas.
  •        Güili: Inválido, que no puede usar las dos piernas.
  •        Horra: Se dice de la vaca a la que se le murió el becerro.
  •        Hucha: Interjección que se emplea para espantar a los cerdos.
  •         Jetear: Rehuir algún asunto o trabajo. Dormir en sueño profundo. Cometer un error. “Juan le jeteó bien y bonito”.
  •         Jocoatole: Atole agrio hecho de maíz.
  •         Joconoxtle:  Una variedad de tuna agria.
  •         Joloton: Vestido holgado, prenda del traje femenino.
  •         Jonuco: Habitación humilde y pobre. Jacal.
  •         Jorongo:  cobija parecida al sarape.
  •         Josco: De color muy oscuro. De mal carácter.
  •         Juilón: Tratándose de bestias, que no se dejan atrapar. Desertor. Persona que huye de algo o de alguien.
  •         Jumearle: Estar  en un gran apuro.
  •         Jupia: Corriendo. “Juan va en jupia”.
  •          Lefio, Sirimico:. En extremo delgado, sangrón, chocante.
  •          Lerenda: Persona que pierde el tiempo y fácilmente se queda en babia.
  •          Lerengo: Perona muy distraída que casi todo lo hace mal.
  •          Línguili. “Primero línguili, língüili, y luego lóngolo, lóngolo”. En asuntos de amor significa que primero mucho amor y después muchos desprecios.
  •          Lurio:  Lureco, distraído, arrebatado, falto de seso.
  •          Macuchi: Adjetivo que se aplica a cosas corrientes o malhechas.
  •          Machigüis: El agua en que se enjuagan las manos cuando tortean.
  •          Machincuepa: Maroma, chapuza.
  •          Machito: Tortilla caliente hecha taco apretado con la mano, con sal al gusto.
  •          Machorro: Que no puede engendrar hijos.
  •          Mallugar, Magullar:. “Si no compra no mallugue”.
  •          Mamalonche: Vuelta, chacamota.
  •          Manchir: Canchir, canchar, a manchis. Acción de cargar en las espaldas a alguien.
  •          Marrañado: Cucaracho. Con cicatrices de viruela en la cara.
  •          Menguiche: Minguiche. Platillo de elote y rajas de chile verde y crema.
  •          Merequetengue: Barullo, desorden.
  •          Mezonte: Corazón de la cabeza del maguey de la que después de asada y apaleada, se extrae el licor llamado mezcal.
  •          Michi: Tuerto. “Tiene un ojo michi”.
  •          Milanga: Poca cosa de algo.
  •          Mindongo: Bebida hecha de calabaza cocida y revuelta en un vaso con leche.
  •          Mite: Presumido, entrelucido, exhibicionista. “Mira lo que te pasó por andar de mite en la asamblea”.
  •          Molcates: Moloncos. Mazorcas de maíz mal desarrolladas, pequeñas, sin granos.
  •          Molenque: Desmolado.
  •          Molonco: Molcate. Individuo desmedrado y de baja estatura.
  •          Molote: Envoltorio malhecho. Porción de hilachos que se colocan atados al extremo de un carrizo para quitar el polvo y las telarañas de los techos.
  •          Morlaco: Tecolín, dinero.
  •          Mosongo: Serio, de pocas palabras.
  •          Nacoreche: Individuo torpe, rudo y andrajoso.
  •          Nango: Tonto, simple, bobo.
  •          Nejayote: Agua amarillenta del nixtamal.
  •          Nistenco: Nixtenco. Hornillo sin rejillas, sólo unas piedras para sentar las ollas.
  •          Nisticuil: Gusano grueso y torpe que vive dentro de la tierra. Son un manjar para las aves de corral.
  •          Nuncamente: Jamás.
  •          Ñengo: Niño enclenque y desmedrado.
  •          Ñero: Aféresis de compañero.
  •          Pachiche: Pachichi. Persona arrugada por la acción del tiempo. Producto vegetal que se deshidrata, se hace pachichi. “Ese mango ya se apachichó”.
  •          Pachola: Porción de masa de nixtamal que se pasa por el metate para darle la configuración de tela encarrujada y que se cuece como la tortilla. Porción de carne molida con algunos olores y que se prepara en idéntica forma para freírse.
  •          Pagua: Aguacate más grande de lo ordinario, casi esférico, de pulpa blanquizca y fibrosa, dulzón y de cáscara dura.
  •          Papaquis: Llámanse así los juegos o diversiones del carnaval en Jalisco. Palabra que se deriva de la voz náhuatl papaquili, que significa feliz o alegre. Música de los papaquis.
  •          Pasojo: Pajoso. Excremento de los equinos.
  •          Payanar: Moler en el metate el nixtamal, cacao y otros, en la primera pasada.
  •          Pela: Reprimenda con algunas nalgadas propinadas generalmente por los padres.
  •          Pelangoche: Pelagatos. El que habla peladencias, malas palabras o palabrotas.
  •          Petacona: Mujer ampona y nalgona.
  •          Piligüije: Niño.
  •          Pilinque: Niño raquítico.
  •          Pipilear: Tomar comida, vino, botanas, etc. de aquí y de allá.
  •          Popoyote: Maíz podrido.
  •          Quelele: Ave del tamaño del cuervo, pero de color parduzco.
  •          Quiligua: Canasta pizcadora.
  •          Regamusa: Reguero de cosas.
  •          Remasca: Pleito, revolución.
  •          Rochela: Reunión de gente disipada a tomar, charlar, desordenadamente.
  •          Rundido: Dormido profundamente, sobre todo si es por fiebre. Estar metido en algún lugar.
  •          Saixtle: Viruta de mezcal de pulque hecha con el raspador.
  •          Saltapatrás: Bebida a base de alcohol que en pocos momentos embriaga por completo al individuo.
  •          Sanfrancia: Alegata, riña, desorden.
  •          Santulario: Beato. Que practica exageradamente la religión.
  •          Sarazo: Fruta a medio madurar, leña a medio secar, individuo medianamente borracho.
  • Shutara: Nombre designado a las indias otomíes.
  • Shutaro: Así denominan en Tamazula a los indígenas que acuden a cosechar la caña de azúcar.
  • Sipil: Chipil, se dice de la creatura en edad de lactancia que se enferma a causa de otro embarazo de su madre.
  • Sirimico: Sangrón, pesado.
  • Socroso: Mugroso del cuerpo.
  • Soreco: Se dice del individuo atontado y medio sordo a consecuencia de una enfermedad.
  • Soreque: Casi sordo o sordo entero.
  • Súpito: Lleno. “Quedé bien súpito”. Estático, estupefacto, sorprendido. “Me dejó súpito”.
  • Surimbo: Medio loco. Atolondrado, lurio, bembo.
  • Tachineco: Individuo chaparro.
  • Tafite: Golpe con el dedo. Dedazo.
  • Tágara: Ventajoso, astuto, audaz (Tal vez una corrupción de tagarote) “Tu cuñada es bien tágara para los negocios”. “Cuídate, es un tágara en los tratos”.
  • Tarabilla: Instrumento de mano para torcer hilos de pita o ixtle. Persona que habla sin descanso.
  • Taralata: Cháchara, cachivache; cualquier cosa de valor nulo o insignificante.
  • Tataches: Implementos, herramientas y materiales de trabajo. ”Ya me voy con mis tataches”.
  • Tazole:  Tlazole, tazol. Desperdicio de hojas de milpa que quedan en el suelo.
  • Tecomate: Vasija de barro o bule de calabaza que se usa para contener las tortillas o depositar el pulque.
  • Techalote: Especie de ardilla, pero torpe y de mayor dimensión que ésta.
  • Tejolete:  Mano del molcajete.
  • Tenejales: Tenajales. Residuos de la cal que se echan en el agua para hacer el nixtamal.
  • Tepe: Prefijo para minimizar equivalente a semi, medio, parecido, etc. Tepealbañil, tepemúsico, tepemédico.
  • Ticuaro: Borracho.
  • Tinga: Escándalo y riña entre varios individuos.
  • Tlacayanque o Tlacayanqui: Máxima autoridad de una comunidad o grupo indígena.
  • Toposa: Planta medicinal de hojas anchas y cenicientas que, sorrascadas y untadas de aceite, se utilizan para curar jaquecas, punzadas, etc.
  • Totomoxtla: Farol. También se le llama así a la envoltura: hojas de la mazorca de maíz.
  • Traquear: Esculcar desordenada y furtivamente en cajas, baúles, etc.
  • Trespeleque: Aplícase a la persona, animal o planta que perdió gran parte de su pelo, plumas u hojas.
  • Tumbaburros: Amansaburros. Armazón fuerte que se le adapta a los camiones en la defensa delantera para paliar cualquier choque. En son de broma también se le llama así al diccionario.
  • Tuturusco: Aplícase a la persona que se encuentra en el segundo período de la borrachera.
  • Upa: Expresión que se emplea al subir a un niño a una parte más alta de donde está, a una silla, a un caballo, a una barda, etc.
  • Valedor: Vale, amigo.
  • Vaquetón: Vaqueta, desvergonzado, fraudero, lomudo.
  • Viejita: Colilla de cigarro. “Pon las viejitas en el cenicero, no en el piso”. También es una expresión cariñosa para dirigirse a la madre. “Mi viejita es la mejor del mundo”.
  • Virote: Pan de harina de trigo o levadura; dulce o salado, hecho en forma alargada, típico de Guadalajara y del sur de Jalisco.
  • Voltario: Calificativo que dan a las personas voluntariosas y mandonas. “Doña Lupe es una voltaria, de todo se enoja y regaña”.
  • Zaurín: Zahorí. Adivino que predice el porvenir. Persona ingeniosa y perspicaz.

Modismos y expresiones

      En el excelente y paciente inventario de las palabras del pueblo en el Sur de Jalisco, no se quedaron los autores con el acopio de términos y vocablos en un rastreo amoroso y cuidadoso en los pueblos de aquellos rumbos; quisieron ir más allá; las palabras sueltas como material en la composición de vocablos, expresiones o frases cortas que anduvieron recogiendo de todos los rumbos.

En esta colecciòn de casi un millar de modismos, los hay de todos los tipos, acentos y colores; en unos campea la picardía maliciosa de los lugareños; en otros la dulce ternura con que las gentes se dicen entre sí palabras de afecto; en otros más el sentido práctico y resuelto de la comunicación y no falta el acento donde el saber del pueblo, la habilidad para bruñir en dos o tres palabras atisbos hondos de la sabiduría pueblerina que ya quisieran lograr con tanta precisión y fuerza, muchas de las expresiones culteranas que pueden hallarse en los libros.

No se trata de reproducir la riqueza de este almácigo en el cual se nutre el saber popular; sólo a título de prueba se reproduce una página de estos modismos y expresiones del Sur, tomada al azar:

Me choca: Me disgusta.

Me late: Presentir algo que se puede constatar.

Me repatea: Me repugna, me choca, me indigna.

Meter el hombro: Ayudar a alguien, colaborar.

Mete sillas y saca bancos: Que en todo se mete.

Mi gracia: Mi nombre. “Mi gracia es Juan”.

Mita y mita: Mitad y mitad.

Montar a alguien en puercas pintas: Encenderle el ánimo con chismes.

Montear la madera: Cortar y acarrear la madera del monte.

Mover el petate: Hacer trampa.

Muy de tarde en tarde: Con intervalos largos entre una y otra

Ni modo, ¡vaya pues!: Expresión que demuestra resignación por algo que ya ocurrió. “Se murió Ernesto, ¡ni modo, vaya pues”.

Ni zoca: Negación rotunda de algo que se pretende o no se tiene.

No andar con medias tazas. No hacer las cosas a medias. Terminarlas.

No comérselas puras: Encontrar resistencia u oposición.

No dar paso sin guarache: No hacer algo sin obtener ventajas personales.

No entrar a varas: No dejarse engañar de ninguna manera.

No le hace: No importa. “No le hace que vengas con guaraches”.

No paraguas: No tener ya potencia viril.

No poder con el tercio: No poder con la situación.

No sentir lo recio sino lo tupido: Cuando se tienen muchos problemas al mismo tiempo.

No soltar prenda: No dar a maliciar nada.

                   El lenguaje popular

                   en textos de Juan Rulfo

 Pero el contenido de este estudio sobre Palabras, Modismos y Expresiones del Sur de Jalisco, alcanza su culminación en el rastreo cuidadoso que hace Federico Munguía de la obra de Juan Rulfo, para ir entresacando de aquí y de allá, las palabras, las frases, los regionalismos que dan calor y color sureño a Pedro Páramo y a El Llano en Llamas.

                 En esta parte de la publicación que se está recorriendo, se contiene un testimonio formidable de la fuerza en el habla del  pueblo, hay una consagración de los díceres y decires de la gente, cuando así alcanzan el nivel que tiene el trabajo literario de uno de los escritores de Jalisco situados en grado de reconocimiento mundial que ninguno otro ha alcanzado. Y allá han andado, por el mundo los dichos que se oyen en los habitantes de estos pueblos.

Ha de ser reconocida la sensibilidad, el cariño, el afán del estudioso que anduvo recorriendo las páginas rulfianas para dar esta demostración de la vida en que se entreveran con los vocablos populares, la creación literaria de un eximio. Y así hay que dar a Federico Munguía un título de honor por su dedicación a todo aquello que se refiere a rumbos jaliscienses del Sur.

Y aunque escuece y acucia el deseo de transcribir en su extensión la frases de Rulfo tocadas de los aires de estos pueblos, se traen ahora, otra vez, sólo algunos ejemplos sacados de aquí y de allá:

Con lo crecido que están las matas, ya mero se nos  meten en las trasijaderas.      

                  Faustino dice: — Puede que llueva… y pensamos: puede que sí, pueque… desde que yo era muchacho no vi nunca llover sobre el llano, lo que se llama llover.

                 Cuando los Torricos venían a sentarse aquí también y ese Esteban acuclillado horas y horas hasta el oscurecer, mirando para allá sin cansarse, como si el lugar este les sacudiera sus pensamientos o el mitote de ir a pasearse a Zapotlán.

                   Desde luego se engarruñó como cuando da el cólico y comenzó a acalambrarse  hasta doblarse poco a poco sobre las corvas y quedar sentado en el suelo, todo entelerido  y con el susto asomándosele por el ojo

                  Como caminar entre un hervidero de gente, igual que si fuéramos un hervidero de gusanos apelotonados  bajo el sol, retorciéndose entre la cerrazón del polvo que nos encerraba a todos en la misma vereda y nos llevaba como acorralados.

                    Era como tirarles a boca de jarro y hacerles pegar tamaño respingo de la vida a la muerte.

                    Me he pasado cosa de cuarenta años escondido como un apestado, siempre con el pálpito de que en cualquier rato me matarían.

                    Los había visto por primera vez al pardear de la tarde en esa hora desteñida en  que todo parece chamuscado…

Hay muchas expresiones más con ese sabor agridulce del lenguaje de nuestro pueblo; y muchas palabras más y referencias de los Modismos y Expresiones del Sur de Jalisco.

En esta pequeña gran publicación sigue un Teatro-Cuento escrito por el Prof. Ernesto Neaves Uribe, con personajes que parecen traídos de alguno de aquellos pueblos, con los nombres familiares, el acento ingenuo de las gentes y, desde luego, con el lenguaje en que se comunican entre sí.

Y como postre y despedida, unos versos del  Pbro. José Oceguera Méndez, para mostrar cómo un “mester de clerecía” en comunión con su pueblo, con sus gentes, con su habla, se convierte también en “mester de juglaría”.

          Viene al fin de este paseo en aire y suelo, en montañas y hondonadas, en cielo y nubes por las tierras del sur, esta cuarteta del  Padre Oceguera.

           Encarlangados, a fuer de enchincuelados

           No venimos ni de Ur ni de Caldea…

           sí en cambio del sur de nuestro estado

           a pedirles que salgan, que nos vean.

Y a decir verdad, señores de aquellas sureñas tierras, ya salieron y han sido bien vistos en las páginas de esta publicación de Culturas Populares, de la Secretaría de Cultura del Estado de Jalisco.

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